Fuente: Universidad Nacional de Colombia.
“El agua que se conserva en esa zona alimenta al subsuelo y nutre a los ríos y humedales cercanos como Torca, Guaymaral y la Conejera”, afirma el profesor Orlando Rangel del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la U.N.
Según el experto, la importancia de la reserva ubicada al norte de la ciudad, creada en el 2011 para reconectar los cerros orientales con el río Bogotá en el occidente, está documentada gracias a los trabajos que realizó el profesor Thomas van der Hammen desde 1991.
Esta área de 1.395 hectáreas tiene destinado un 5,84 % a zonas de protección donde aún se tienen ecosistemas completos. Gran parte conserva restos del bosque de las Mercedes y las investigaciones sustentan que bajo la superficie se concentra una gran cantidad de sedimentos cargados de agua.
La zona de restauración, del 39,61 % de la reserva, fue destinada por la Corporación Autónoma Regional (CAR) para adelantar un restablecimiento ecológico y así lograr la conexión con el río Bogotá.
“Estamos empezando a ver escasez del recurso hídrico y mientras se resuelve el problema del uso del agua, es indispensable que la reserva Thomas van der Hammen se mantenga viva, sin nada de cemento, para que los humedales no se vean afectados”, agrega el académico.
Permitir el flujo de agua asegura que los humedales permanezcan en buen estado y permite controlar el clima para no agudizar el problema de las elevadas temperaturas que se están presentando en la ciudad.
Además, los recursos ambientales que ofrece la zona ayudan a mantener recargados los acuíferos y evitar emergencias por escasez de agua. Los terrenos también fueron declarados reserva para permitir que la comunidad académica adelante investigaciones científicas e incluso, en el futuro, llevar a cabo actividades de ecoturismo.
En relación con el anuncio del alcalde, Enrique Peñalosa, de construir soluciones de vivienda en una parte de la reserva forestal, el experto señala que es falsa la afirmación sobre la reserva, específicamente que esta sea solo potreros. “Su apariencia sí se ha visto afectada por el crecimiento urbano de Bogotá, pero aún conserva todo tipo de vegetación como bosques de aliso, que se pueden recuperar fácilmente para beneficiar la cadena ecológica porque atraen insectos y aves de gran tamaño”, agrega el académico.
Desde que la reserva fue declarada zona protegida, se establecieron medidas de expansión al humedal Torca y Guaymaral para garantizar el aumento en las cadenas tróficas. “Debemos implementar el plan de manejo y seguir extendiendo el área actual, así nos aseguramos de recuperar la fauna, los arbustos y pantanos”, señala el profesor.
Asimismo, el experto recomienda desarrollar nuevos proyectos de vivienda hacia el occidente de la ciudad. “Allí los suelos tienen baja oferta ambiental, si se adelantan construcciones hacia la zona occidental se estaría dando un buen uso al suelo sin afectar la riqueza ambiental que tiene Bogotá”.
(Por: Fin/VC/dmh/APBL)