Fuente: El Colombiano.
El interés global por el derretimiento en el Ártico crece con cada centímetro de hielo que se hace agua. Sin embargo, la preocupación nada tiene que ver con los efectos globales que podría traer el deshielo sino por la riquezas que quedarían al descubierto.
El apetito es tal que China, India, Italia, Singapur, Corea del Sur y organismos como la Unión Europea cruzan dedos para que el Consejo Ártico (CA), creado en 1996 con fines conservacionistas, los acepte como miembros en su reunión de mayo próximo.
Hace una semana, 1.000 delegados de 26 países, incluidos ministros y embajadores, se reunieron en el Congreso Internacional sobre el Ártico, Arctic Frontiers, en Tromso, Noruega, con la participación de los países miembros del CA, que tienen territorios en el Círculo Polar (Canadá, Rusia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Estados Unidos, Suecia y Finlandia).
Más que la búsqueda de alternativas para frenar un deshielo, que entre 2006 y 2013 perdió una extensión que supera dos veces el tamaño de España, son los beneficios financieros los que parecen estar tras la buena fe de las 14 naciones y organizaciones, cuyas solicitudes son estudiadas por el CA.
«Estos países quieren satisfacer intereses económicos, pues si estás en el negocio de la energía el deshielo te facilita la explotación de las reservas de gas y petróleo que reposan allí», explicó a este diario el paleoclimatólogo Lonnie Thompson, profesor en la Escuela de Ciencias de la Tierra en The Ohio State University.
Thompson, autoridad mundial en glaciología, dijo que los estudios realizados en las décadas de los 70 y 80 vaticinaban «un escenario sin hielo en el Ártico, pasado un siglo a partir de entonces. Con el tiempo, la cifra bajó a 50 años, luego a 40 y, hoy hablamos de que en el verano dentro de ocho o nueve años no se formará hielo marino en esa parte del mundo». Tal escenario despejaría el acceso a cerca del 30 por ciento de las reservas de gas que faltan por explotar en el mundo, así como el 15 por ciento de las de petróleo.
Más participación
El último congreso fue muy diferente al primero, que tuvo lugar en 2006 con la participación de unos pocos científicos y representantes de las tribus que habitan el Ártico.
Así lo planteó a El Colombiano, Courtney Price, miembro del secretariado internacional del programa para la Conservación de la Flora y la Fauna del Ártico (Caff). «Éste es un tema que gana importancia en el mundo, especialmente desde que se hicieron más visibles los efectos del cambio climático».
El grupo de trabajo, conformado en el Consejo Ártico, encargado de asegurar la conservación de su biodiversidad, cree que las intenciones de los países que buscan su membresía son loables.
«El Ártico es una de las áreas del mundo en las que existe un saludable espíritu de cooperación entre naciones», indicó la funcionaria del Caff.
Al interior del CA, Canadá y Rusia quieren mantener el asunto entre ellos y los otros países limítrofes con el Ártico (E.U., Noruega y Dinamarca), sin tener en cuenta a las comunidades indígenas, y se niegan a aceptar más observadores.
Pero países del organismo que no tienen fronteras directas, defienden la figura de un foro en el que las decisiones las tomen los ocho miembros.
«La posición de E.U. no está clara aún, pero el país se mueve hacia una postura más abierta respecto a lo que el CA debe ser», dijo al diario Alaska Dispatch el experto en política sobre el ártico Leiv Lunde, director del Fridtjof Nansen Institute de la Universidad de Oslo.
Pero el verdadero peligro latente tras esta situación lo advierte el profesor Lonnie Thompson.
«Siempre existe la posibilidad de un conflicto por los recursos del Ártico, el cuál crecerá a medida que los recursos naturales se hacen más escasos en el mundo», aseguró.