Fuente: www.eltiempo.com
«Así como ocurrió en L’Aquila, en Colombia s cada vez ás frecuente que las autoridades recurran a los académicos para apoyar sus decisiones.»Jerónimo Rodríguez.
En abril del 2009, un terremoto en L’Aquila (Italia) dejó 309 muertos y más de 80.000 damnificados. Esto generó un juicio contra los científicos de la Comisión de Grandes Riesgos, que en octubre pasado fueron condenados por homicidio culposo, con el argumento de que presentaron informaciones inexactas, incompletas y contradictorias sobre la situación.
La condena generó solidaridad de más de 5.000 académicos, que afirmaron que un sismo es imposible de predecir y que con este precedente sería imposible la colaboración entre academia y Estado.
Para otros, existe responsabilidad de los científicos, que, por solicitud del Gobierno, en forma mediática tranquilizaron a la población tras presentarse, cuatro meses antes del terremoto, unos 400 temblores. Tal actitud fue calificada como de gran superficialidad.
¿Qué tiene que ver esta historia con la delimitación de los páramos o con la declaración del parque de Santurbán? Así como ocurrió en L’Aquila, en Colombia es cada vez más frecuente que las autoridades recurran a los académicos para apoyar sus decisiones.
El inconveniente surge cuando, so pretexto de buscar soporte científico, se transfiere la responsabilidad de la toma de decisiones administrativas a los científicos. Así se evade la responsabilidad que el cargo público asigna y se traslada al conocimiento científico la carga política de los perjudicados por una decisión.
Para el caso de tal delimitación, la ley parte de un supuesto falso: la existencia y protección de un ecosistema dependen de su delimitación.
Para cumplir este mandato legal, el Instituto Humboldt desarrolló un marco teórico y uno metodológico, con los cuales empezó el proceso de actualización cartográfica detallado como apoyo de la delimitación caso a caso.
En ese punto, un proceso que es responsabilidad de las CAR y de Minambiente se centró en la asesoría técnica del Instituto, y tanto autoridades como medios de comunicación difundieron la idea de que la delimitación es una decisión técnica de este.
Como reacción, las empresas mineras contrataron investigaciones más o menos serias para que estudios más o menos rigurosos contradijeran lo planteado por el Humboldt, para llevar el límite del páramo lo más alto posible, acorde con sus intereses.
Sin embargo, la delimitación de un ecosistema no es rol de la ciencia. Ni el Instituto ni ninguna otra institución científica delimitarían un ecosistema. Esa es una decisión político-administrativa.
El rol del Humboldt y de las demás instituciones científicas es el de «reconocer las limitaciones y la falta de certeza científica para proveer, con la información disponible, las bases para identificar los ecosistemas.
«Presentar escenarios para la toma de la decisión con implicaciones hacia el ecosistema.
«Recomendar una línea para someter a estudio de las autoridades competentes la adopción de la delimitación.
«Mantener la independencia y autonomía científica para que los escenarios y la recomendación no sean manipulados por los poderes con el fin de tranquilizar las presiones políticas y económicas.»
El Humboldt se encuentra en la interfase entre ciencia y política. Responde a solicitudes de los tomadores de decisiones, sin que por ello pierda su carácter científico y se convierta en autoridad pública. Aceptar transferir la responsabilidad administrativa de la delimitación a la institucionalidad científica sería como aceptar la responsabilidad de predecir la fecha y magnitud de un sismo como el de Italia.
La declaratoria del PNR Páramo de Saturbán es el mejor ejemplo de cómo la ciencia cumplió el rol de generar los insumos de información, prender las alertas y recomendar el mejor escenario para que la autoridad pública (la CDMB) tomara la decisión en forma unánime en pro del interés general.
* Subdirector Científico del Instituto Humboldt