Fuente: Agencia de noticias UN.
Bogotá D. C., jul. 17 de 2013 – Agencia de Noticias UN- Expertos nacionales e internacionales en esta ciencia novedosa advirtieron la capacidad de este sistema y de los conocimientos tradicionales, para enfrentar eventualidades como el cambio climático.
El profesor Miguel Altieri, de la Universidad de California-Berkeley, señaló que de las hectáreas utilizadas en agricultura que existen en el mundo, el 90% está dedicado a agricultura industrial, en donde se produce 1/3 de los gases de invernadero.
El experto aseguró que este tipo de agricultura ha presentado fuertes fallas; por ejemplo, existen 1.000 insectos que actualmente son resistentes a 1.200 productos químicos. Asimismo, posee efectos sobre el suelo y la salud humana, como defectos de nacimiento y cánceres, según lo develan estudios argentinos.
El paradigma “verde” –en el que se enmarca la agricultura actual– se generó hace sesenta años, cuando se estimaba que el clima y el petróleo serían estables y el agua abundante. “Eso ya no es una realidad; por tanto, tenemos que cambiar de paradigma”, puntualiza el profesor Altieri, y añade que la alternativa es la agroecología.
Juliana Cepeda Valencia, estudiante del Doctorado en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia, explicó que esta se enfoca en la exploración de las tensiones entre la sociedad y los ecosistemas, y su objetivo es la promoción de la ecología sustentable.
El profesor Altieri añadió que el nuevo paradigma debe considerar la creación de sistemas independientes del petróleo, de bajo impacto ambiental, que resulten multifuncionales, con servicios culturales, reserva de alimentación local, así como de esfuerzos para enfrentar el cambio climático.
El desafío del cambio climático
Y es que el desafío del cambio climático resulta fundamental a la hora de pensar la agricultura. Según la profesora Clara Inés Nicholls –también de la de la Universidad de California-Berkeley y de la Universidad de Antioquia– es claro que el único modelo capaz de superar muchas problemáticas, entre las que destaca el cambio climático, es la agroecología, ya que puede ser hasta 20 veces más efectiva que un sistema convencional, si se hace bien.
Nicholls develó que, según estudios, los desastres naturales son las problemáticas más fuertes que padece el mundo actualmente en países en vías de desarrollo y desarrollados. Y, paradójicamente, las comunidades rurales tradicionales agricultoras parecen afrontar la situación a pesar las fluctuaciones del clima.
“Muchos agricultores se preparan para el cambio climático”, subraya la investigadora, y añade que se trata de la denominada resiliencia; es decir, la capacidad del sistema para mantener su estructura organizacional y su productividad ante la perturbación.
La experta añadió que dentro de las prácticas resilientes, se encuentra la utilización de sistemas complejos de uso de tierra y agua, el uso de variedades tolerantes a la sequía, policultivos, agroforestería, cosecha de agua, conservación de suelos, reforestación y adiciones de materia orgánica.
En policultivos, producen mucha biomasa para mejorar las condiciones del suelo, tienen capacidad de resistir cuando tienen cultivos altos, alejan la biodiversidad arriba y abajo del suelo, diseñan sistemas diversificados, pueden preparase y mantener la humedad, y realizan trabajos participativos y redes sociales para la referencia social.
Finalmente, la profesora sostuvo que en concordancia con este tipo de prácticas que utilizan los sistemas tradicionales de agricultura, permanentes en el tiempo, resultan prometedores como modelos sustentables ya que promueven biodiversidad y funcionan sin agrotóxicos. “Hay mucho conocimiento de agricultura tradicional e ingenio de cultura indígena y campesina, que debemos rescatar y valorar”, puntualizó la profesora.
Por último, Peter Rosset, de Global alternatives, añadió que si bien es clara la importancia de estos saberes tradicionales y de la agroecología, no es claro cómo llegar a ellos, teniendo en cuenta que lo típico de las ONG han sido las pequeñas experiencias aisladas. Los centros de investigación pueden aportar cuestiones puntuales, pero no generan procesos sociales y territoriales, y los Gobiernos a menudo promueven visiones distorsionadas y neoliberales de la agricultura orgánica.
El investigador añadió que, en cambio, las organizaciones campesinas y los movimientos sociales tienen cobertura territorial, por lo que la agroecología debe ser liderada por campesinos, indígenas, y trabajadores, porque sin ellos no hay agroecología, ya que estos constituyen la sistematización de los conocimientos.
Estas poblaciones resultan claves en la acogida del nuevo paradigma de la agroecología que, según los expertos, es el único capaz de enfrentar la crisis en los suelos mundiales. Siguiendo a Rosset, Nichols y Altieri, solo así podrá llegarse a la verdadera soberanía alimentaria que requiere nuestra población.
Estas reflexiones formaron parte del conversatorio “Agroecología Y Sociedad” que se llevó a cabo en el Jardín Botánico José Celestino Mutis (JBB) de Bogotá este 16 de julio, y que fue convocado por Fensuagro, el JBB, el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la UN, SOCCA, Socla y Fedeorgánicos.
El director de la entidad, Luis Olmedo Martínez, abrió el evento académico y notificó que con la Universidad Nacional de Colombia y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, se espera crear un banco de semillas para distribución a campesinos.
También señaló que, por primera vez, este 1 de agosto, el Jardín Botánico va a entregar 15 estímulos de investigación para que estudiantes de posgrado fortalezcan sus proyectos. “Enriquezcamos las semillas para que ese programa surta frutos”, concluyó el funcionario, y añadió que una de las líneas de investigación tratará este tema de agro y biodiversidad.