Fuente: Alianza Mexicana contra el Fracking y AIDA.

El desarrollo de la fracturación hidráulica tendrá desastrosas consecuencias para el medio ambiente, la población y la sostenibilidad energética de América Latina por lo que no debe ser permitida

9 de octubre de 2014

– En el marco del Día Mundial contra el Fracking (Global Frackdown)  organizaciones de la sociedad civil latinoamericana alertamos sobre los impactos irreversibles que tendrá la explotación de hidrocarburos no convencionales a través del fracking en los territorios y poblaciones de la región.

– Hacemos un llamado urgente para que los gobiernos latinoamericanos impidan el desarrollo de esta actividad en sus territorios y demuestren así su compromiso con la protección del medio ambiente, la garantía de los derechos humanos, la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad energética de la región.

– Existen alternativas energéticas sustentables, más baratas y eficientes que, asegurando el pleno respeto de las comunidades en las que éstas se desarrollan, deben ser fomentadas e impulsadas por los Estados para asegurar la provisión de energía futura y la sostenibilidad ambiental.

Según datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) se estima que diversos países de América Latina cuentan con recursos prospectivos de hidrocarburos de lutitas en sus territorios.[1] Es el caso de Argentina, México, Venezuela, Brasil, Colombia, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Chile, en los que el desarrollo de la técnica de la fracturación hidráulica o fracking se encuentra en diversas fases. Por ejemplo en Argentina ha habido un mayor desarrollo de proyectos de este tipo. Mientras otros países como México, Colombia, Bolivia y Brasil se encuentran en fase prospectiva o exploratoria,  y pretenden desarrollar ampliamente esta técnica en los próximos años.

La fracturación hidráulica consiste en la inyección en el subsuelo de una mezcla de agua, arena y productos químicos a presiones tales que permitan la ruptura de las rocas de lutitas, en cuyos poros se encuentran atrapados el gas y el petróleo. Para ello, primero es necesario realizar una perforación vertical hasta alcanzar la profundidad a la que se encuentran estas formaciones geológicas (entre uno y cinco kilómetros) y luego una serie de perforaciones horizontales de 1 a 5 km de extensión.

El uso de esta técnica traerá, como ya se ha demostrado en EE.UU., fuertes impactos sobre al ambiente, la salud y calidad de vida de la población, ya sumamente castigados. Debido a su gran complejidad, esta actividad implica una serie de daños en su mayoría inevitables e irreversibles, como son:

– Uso intensivo y contaminación del agua. La fracturación de un solo pozo de fracking requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua que queda completamente inservible para otros usos. Esto se debe a los 300,000 litros de químicos que se le añaden para la fracturación y por los metales pesados y radioactivos presentes en el subsuelo. Este líquido, se filtra a los flujos de agua subterránea y superficial contaminándola, dejando a las poblaciones sin agua potable.[2]

– Supone graves afectaciones a la salud.[3] Estudios científicos realizados en Estados Unidos muestran que 75% de los químicos utilizados en el líquido de perforación afecta directamente la piel, ojos, sistema respiratorio y gastrointestinal; 40-50% afecta al sistema nervioso, inmunológico, cardiovascular y los riñones; mientras que 37% afecta el sistema endocrino y 25% provoca cáncer y mutaciones.[4]

– Genera impactos de cambio climático. Pese a lo que las empresas petroleras y algunos gobiernos de la región están señalando, la explotación del gas mediante fracking no es una opción para la lucha contra el cambio climático. En estos proyectos hasta 8 por ciento de la producción de gas natural (metano) se escapa directamente a la atmósfera con un potencial de calentamiento 25 veces superior al dióxido de carbono. Debido a ello, en 20 años el impacto sobre el cambio climático de la generación eléctrica a través del gas extraído por fracking superaría en 20% el del carbón.[5]

– La reinyección de las aguas residuales en el subsuelo están directamente vinculadas con la inestabilidad sísmica y generación de sismos, que han llegado a alcanzar 5.7° de magnitud. Esto es sumamente grave, ya que pone en riesgo a la población y la infraestructura de las regiones donde tienen lugar.[6]

– Todas estas afectaciones e impactos suponen violaciones a los derechos humanos, derechos que los Estados latinoamericanos tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar, así como de prevenir sus violaciones. Entre otros, vulneran la garantía del derecho humano al agua y al saneamiento, a un medio ambiente sano, a la salud, a la alimentación, a la vivienda, de los derechos laborales y otros derechos económicos, sociales y culturales, así como de los derechos civiles y políticos como el derecho de acceso a la información, al consentimiento previo, libre e informado, y a la participación.

– Por último, la explotación de hidrocarburos a través del fracking no es una opción energética sustentable. Las altas tasas de declinación de los pozos (entre 29 y 52% anual), la escasa recuperación de los hidrocarburos presentes en los yacimientos (de entre el 4.7 y 10%) y los altos costos que conlleva esta tecnología, la hacen inviable para la generación de energéticos en el mediano y largo plazo.[7]

Por todas estas razones, las organizaciones firmantes exigimos a los gobiernos de los países latinoamericanos:

–              Exigimos a los gobiernos latinoamericanos que impidan el uso de la fracturación hidráulica en sus territorios, y aseguren la protección de los recursos hídricos y de la salud de las personas.

–              Demandamos a nuestros Estados la generación y divulgación de información exhaustiva e imparcial sobre las características de los procesos, volúmenes y origen de agua usada  y sustancias empleadas en el fracking y sus impactos en las personas y el ambiente con un horizonte de largo plazo, a fin de garantizar los derechos de las generaciones presentes y futuras.

–              Resaltamos que las poblaciones y gobiernos locales tienen el pleno derecho de negar actividades de fracking que puedan afectar sus entornos.

–              Demandamos la implementación de políticas públicas que permitan la transición energética hacia fuentes de energía verdaderamente sustentables, en pleno respeto a los derechos humanos, que aseguren la provisión energética futura.

–              Instamos a los Estados que garanticen que las políticas energéticas de la región respeten  los derechos humanos, aseguren la protección ambiental y social, y contribuyen a la lucha contra el cambio climático.

Para sumarse a este posicionamiento, escribir a [email protected]

Alianza Mexicana contra el Fracking formada por:

132 Ambiental

Amigos del Río San Rodrigo

Asociación de Usuarios de Aguas de Saltillo (AUAS)

Asociación Humanitaria Internacional Gilberto Bosques

Blue Planet Project

Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria

Centro de Investigación y Capacitación Rural (CEDICAR)

Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS)

Chihuahua vs Fracking

Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua

Comcausa

Consejo Ecológico de Participación Ciudadana de Coahuila Región Carbonífera (CEPACI)

Consejo Tiyat Tlali

Conservación Humana AC

DECA Equipo Pueblo

El Barzón Chihuahua

El Barzón Nacional

El Poder del Consumidor

Encuentro Ciudadano Lagunero

Espacio de Coordinación de Organizaciones Civiles sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Espacio DESC

Food and Water Watch

Frente Amplio Ambientalista

Fundar Centro de Análisis e Investigación

Greenpeace México

Grupo de Estudios Ambientales (GEA)

Guardianes de los Volcanes

Hij@s de la Tierra

La Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (LAVIDA)

Medio Ambiente y Sociedad

Organización Mexicana para la Conservación del medio Ambiente (OMCA)

Oxfam México

PODER

Radio Huayacocotla, de Fomento Cultural y Educativo, A.C.

Red de Acción por el Agua (FAN-México)

Red Unidos por los Derechos Humanos

Senderos y Encuentros para un Desarrollo Autónomo Sustentable (Sendas AC)

Y otras organizaciones

350.org

Asamblea Ambiental Ciudadana de Río Gallegos, Argentina

Asamblea de Cooperación e Integración de Territorios Libres de Fracking desde los Concejos Deliberantes para América Latina, Argentina

Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), organización regional

BiosIguana, México

Censat, Agua Viva – Amigos de la Tierra, Colombia

Observatorio Petrolero Sur, Argentina

Otros Mundos, Chiapas – Amigos de la Tierra, México

Ríos Vivos, Colombia

Red Peruana por una Globalización con Equidad – RedGE, Perú

Unión de Asambleas Patagónicas, Argentina

*Para nuevas adhesiones de organizaciones favor de enviar un correo a [email protected] con nombre de la organización y país.

[1] http://www.eia.gov/analysis/studies/worldshalegas/pdf/fullreport.pdf

[2] http://www.foodandwaterwatch.org/reports/fracking-the-new-global-water-crisis-europe/

[3] http://www.propublica.org/article/drilling-for-certainty-the-latest-in-fracking-health-studies

[4] http://www.nap.edu/openbook.php?record_id=18376

[5] http://www.eeb.cornell.edu/howarth/Howarth%20et%20al%20%202011.pdf.

[6] http://concernedhealthny.org/wp-content/uploads/2014/07/CHPNY-Fracking-Compendium.pdf

[7] http://www.postcarbon.org/reports/Perfora%20Chico%20Perfora_FINAL.pdf

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