Fuente: Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá D. C., jul. 25 de 2014 – Agencia de Noticias UN – La decisión de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales preocupa a las autoridades ambientales por la obra que atravesaría una red de transmisión eléctrica en la Reserva Forestal de la Cuenca Alta del Río Bogotá.
Al comenzar el año, la reserva forestal protectora de la cuenca alta del río Bogotá contaba con 245.147 hectáreas (ha), pero debido a un realinderamiento realizado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, se redujo a 94.161 ha. Ahora, se abre la discusión por un proyecto de transmisión eléctrica que, para muchos, la reduciría aún más.
En la Resolución 138 de 2014, el Ministerio establece la necesidad de mantener el efecto protector de las áreas redelimitadas para conservar la estructura ambiental en el territorio, de manera que se sustente el conjunto de valores ecológicos y socioeconómicos que representan para la Sabana de Bogotá, los municipios aledaños y la región.
Sin embargo, la Empresa de Energía de Bogotá (EEB), dentro de las alternativas presentadas a la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) para desarrollar el proyecto Chivor II – Norte – Bacatá, propone un trazado que atraviesa la reserva y la interviene en un poco más de 25 kilómetros (km).
La cobertura vegetal natural en este lugar es de aproximadamente 52 ha y el área de seguridad de cada una de las 65 torres previstas es de 32 metros (m) de ancho, en una extensión de 144 metros cuadrados (m2) cada una.
En diálogo con la Agencia de Noticias UN, Hugo López, profesor del Instituto de Ciencias Naturales de la U.N., afirma que esta reserva tenía una parte altitudinal más baja, cercana a los 2.700 m; luego se realinderó a 2.800 m, con lo cual se perdieron 100 m altitudinales, en los que se permiten ciertos desarrollos urbanísticos. “No estamos hablando de viviendas rurales, sino de condominios”.
Asimismo, advierte que el terreno cuenta con bastantes fragmentaciones, entre ellas las ocasionadas por las carreteras construidas, de manera que meter un tendido eléctrico lo afectaría significativamente.
De igual forma, autoridades del municipio de Tabio, en Cundinamarca, sostienen que dentro de los impactos negativos del proyecto se encuentra también la vulnerabilidad de la calidad del agua que alimenta once acueductos rurales y uno urbano. Además, existe la posibilidad de que se presenten incendios forestales por los cambios microclimáticos.
En opinión de López, a partir de sus estudios sobre la flora y fauna de la zona, el proceso evolutivo ha permitido que haya especies únicas en la cordillera, a las que la actividad humana ha logrado aislar aún más, pues se han dejado las zonas montañosas con algo de vegetación, mientras que las áreas bajas han sido convertidas en cultivos y espacios urbanos.
En consecuencia, al pertenecer a la Región Andina, esta área alberga fauna y flora en distribuciones restringidas. Dos de las especies endémicas (naturales del lugar) son: la rata de los chusques (Olallamys albicauda), registrada con cámaras trampa, y una vegetación parecida al bambú, que florece y muere en masa. “Dentro de este ambiente, evolucionó esta rata única de los Andes, especie que ha sido registrada con fotografías directas. No sabemos mucho sobre ella, pero sí que existe ahí”.
La otra especie es el tigrillo andino u oncilla (Leopardus tigrinus), que presenta un mayor grado de vulnerabilidad en Colombia. Este gato pequeño habita las partes altas de los bosques nublados y páramos, sin embargo, se dice que es probable que se esté desplazando.
Los voceros de la EEB aseguran que esta ruta no afectará el avance agroindustrial que en los últimos años ha tenido un alto auge en esta región (Tocancipá, Gachancipá, Zipaquirá, entre otros municipios aledaños). De igual forma, advierten que un daño al territorio podría desplazar la industria y limitar el desarrollo que ya está reglamentado en el territorio.
“En cualquier escenario, la ruta norte presentada a la ANLA genera el menor impacto”, explican. “Nosotros no estamos diciendo que este sea un proyecto con cero impactos. Efectivamente los hay, pero los estudios buscan identificarlos y saber cómo podemos controlarlos”, argumentó uno de los voceros.
Ellos saben que la reserva tiene áreas muy importantes que deben ser conservadas y hay un manual de compensación que reglamentó la autoridad medioambiental. “Son procesos de restauración ecológica. Si deforestamos una hectárea, tenemos que reforestar entre 7 u 8 y no con plantaciones de pino o eucaliptos, sino con especies nativas”, explican. “Queremos sumarnos a los procesos de conservación que estén dando en la zona”, aseguraron los voceros.