Fuente: El Espectador.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, anunció que dará su visto bueno a la explotación de crudo en el Parque Yasuní, un área declarada reserva mundial de la biosfera.
Vegetación del Parque Nacional Yasuní (Ecuador) donde biólogos han descubierto 25 nuevas especies de árboles, algunos de hasta 30 metros, en ese lugar de la Amazonía que, según sus estudios, es el rincón con mayor diversidad biológica del mundo.
«El mundo nos ha fallado», declaró el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en un discurso en el que anunció su decisión de impulsar la explotación de petróleo en el Parque Yasuní, declarado por la Unesco como reserva mundial de la biósfera en 1989.
Con esas palabras, Correa se refería al fracaso de la iniciativa bautizada Yasuní-ITT que en 2008 fue presentada ante la Asamblea de las Naciones Unidas y que consistió en que Ecuador se comprometía a no extraer ni una gota de crudo dentro del parque, que abarca más de un millón de hectáreas de selva amazónica, a cambio de que la comunidad internacional aportara 3.600 millones de dólares para compensar los efectos económicos de esa decisión.
En los casi seis años que duró la campaña, los ecuatorianos tan sólo recibieron 13,3 millones de dólares, lo que equivale al 0,37% del total que aspiraba recaudar. Empresas privadas y países como Bélgica, Chile, Francia, Italia, España e Indonesia hicieron sus aportes a través de un fidecomiso administrado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, lo que garantiza el retorno íntegro del dinero según la agencia de noticias AFP. En septiembre de 2011, Colombia se sumó a la “vaca” para proteger el Parque Yasuní con un aporte de US $100.000.
Correa pidió a la Asamblea Nacional de su país que, ante el fracaso de la iniciativa, permita la extracción de petróleo en tres pozos. Argumentó, en un intento por disuadir la oposición que hacen grupos ambientalistas y una gran parte de la sociedad civil, que la actividad extractiva se desarrollaría en un área que no supera el 1% del Parque.
Ecuador, el socio más pequeño de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), con una producción anual de tan sólo 500.000 barriles, teme enfrentar una crisis económica en el lapso de unos 20 años por el estancamiento de nuevos pozos petroleros. El petróleo corresponde al segundo reglón de la economía ecuatoriana después de los impuestos. La explotación de los tres pozos equivaldría a un incremento de 20% de su actual producción. Se estima que bajo el suelo amazónico de esta región en límites con Perú, existen unos 920 millones de barriles.
«Yasuní es importante para la humanidad y como ecuatorianos podemos influir (…) Yasuní debe ser preservado y eso es más importante que el crudo«, declaró a Reuters Adrian Soria, un biólogo de 38 años y uno de los cientos de manifestantes congregados frente al palacio presidencial Carondelet en la capital.
Por su parte, David Romo, codirector de la estación científica de biodiversidad Tiputini de la Universidad San Francisco contó a la agencia AFP que el Parque Yasuni tiene «la mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado en toda la Amazonía». Es un lugar donde conviven unos 11.000 indígenas (quichuas y waorani) con la «naturaleza en estado prístino«.
Aunque la Constitución ecuatoriana prohíbe la explotación de recursos no renovables en áreas protegidas, al mismo tiempo le otorga al presidente la posibilidad de autorizarla bajo la figura de interés nacional siempre y cuando reciba el aval del Congreso.
En una entrevista concedida a El Espectador en agosto de 2011, Ivonne Baki, jefa negociadora de la iniciativa Yasuní ITT, reconoció que no era buena idea sacar petróleo de esta zona porque las operaciones podrían ensuciar las aguas con sustancias tóxicas, reformar el ecosistema, transformar el carácter de la vida cotidiana, alejada, de las comunidades Tagaeri y Taromenane. ”Cualquier cambio puede dañar muchísimo ese ambiente tan frágil que tenemos”, comentó en aquel momento la funcionaria. (Lea aquí la entrevista completa)
Por ahora, Correa tendrá que convencer a una Asamblea Nacional que seguramente recibirá una gran presión por parte de la ciudadanía, grupos indígenas y muy seguramente la misma comunidad internacional que aportó apenas una mínima parte de dinero para su protección.