Fuente: El Espectador.

El jueves se creó la empresa que ahora tiene las operaciones de carbón más grandes de Colombia.

 

Desde el 2 de mayo, Glencore Xstrata es la empresa multinacional con los mayores intereses en el sector del carbón en Colombia. Este nuevo gigante mundial está recomponiendo el mercado internacional de las materias primas, y en Colombia hace falta una reflexión más profunda sobre las implicaciones que esto tendrá.

Glencore Xstrata es el resultado de una operación financiera y empresarial que en un principio quiso ser una fusión entre iguales. Cuando se anunció esta maniobra, hace 14 meses, Ivan Glasenberg, el director ejecutivo de Glencore y el propietario del 8% de sus acciones, pretendía fusionar ambas compañías. Con el pasar del tiempo y especialmente a causa de las negociaciones entre Glencore y uno de los principales accionistas de Xstrata, que era el fondo de riqueza soberana de Qatar, los planes cambiaron, y el resultado en la práctica fue que Glencore compró a Xstrata.

Antes del 2 de mayo, Xstrata operaba el 33% de la mina de El Cerrejón. Ahora, es de Glencore Xstrata. También lo son las minas de Calenturitas y La Jagua. Hace una semana y media la multinacional de carbón más grande en Colombia era Drummond, ahora es Glencore Xstrata, que controla alrededor del 30% del mercado del carbón, aunque según se comporte la producción en el 2013, la cifra podría aumentar a 49%.

Sin embargo, como lo advirtió en febrero de 2012 Naomi Mapstone, en una entrada de su blog en el Financial Times, “beyondbrics”, la nueva influencia de Glencore Xstrata no se limita a la explotación del carbón. Un punto muy sensible es la influencia que ahora tiene en el transporte del carbón. La mayoría de los ferrocarriles y de puertos para esta materia prima están en manos de Glencore (ahora Glencore Xstrata).

Para lograr la adquisición de Xstrata, se debió contar con la aprobación de entes supervisores de la Unión Europea, Sudáfrica y China. La Comisión Europea estaba preocupada por la participación que tendría Glencore Xstrata en el mercado de zinc, y se llegó a acuerdos confidenciales para no romper las leyes antimonopolio. Sudáfrica debía asegurar que su compañía de electricidad, Eskom, mantuviera precios favorables para la compra del carbón, que representa el principal combustible fósil para alimentar el consumo energético del país. China, por último, logró que Glencore Xstrata vendiera su mina de cobre de Las Bambas, en Perú, que probablemente sea comprada por una empresa multinacional china.

Dada la participación que la compañía fusionada tendría en el transporte del carbón, Colombia habría podido prepararse para la posición dominante que la nueva empresa tiene en los ferrocarriles y puertos carboníferos del país (el 26 de mayo Prodeco, la filial de Glencore Xstrata en Colombia, inaugurará un nuevo puerto en Ciénaga, Magdalena). Colombia tenía razones para presentar objeciones y negociar con la multinacional, pero no lo hizo.

Las objeciones también habrían podido hacerse por motivos de derechos humanos. En efecto, el error más grave del gobierno colombiano a lo largo de esta fusión fue no haberle exigido a Glencore Xstrata que restituyera las tierras de la parcelación de El Prado, que está en inmediaciones de la mina de carbón de La Jagua, en el Cesar. Estas tierras, de las que Prodeco, filial de Glencore Xstrata en Colombia, posee títulos, y que fueron de campesinos desplazados por paramilitares, están en un limbo vergonzoso. La denuncia ya fue hecha en esta misma columna el año pasado, y la próxima semana volveré a hacerla y me extenderé en ella, porque desde entonces hasta ahora no han sido restituidas.

Twitter: @santiagovillach

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