Fuente: Agencia de Noticias Universidad Nacional de Colombia.

«Bogotá D. C., abr. 11 de 2012 – Agencia de Noticias UN- Esta herramienta no debe limitarse únicamente a la caracterización de recursos. Se requiere establecer un proceso sostenible para los productos en los mercados internacionales.

Esta es una manera de conocer un recurso biológico o genético y de transformarlo en un producto que esté listo para competir en el mercado. La primera información sobre su estado en Colombia se dio en 2001, cuando especialistas de la UN comenzaron un proyecto financiado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS).

Allí realizaron diferentes talleres para explicar en qué consiste y el porqué de la necesidad de mirar más allá de la simple caracterización de recursos naturales, para lograr establecer alianzas y contar con la suficiente visión estratégica que posicione productos internacionalmente.

“La bioprospección incluye la propiedad industrial y ayuda al desarrollo y uso sostenible de la biodiversidad”, afirma Carlos María Romeo Casabona, catedrático de la Universidad de Zaragoza y experto en esta herramienta y en genoma humano. Implica el uso y aprovechamiento de recursos naturales. Es investigación científica y desarrollo directo e indirecto. Sin embargo, es necesario integrar las perspectivas social, ética y de derecho.

La industria farmacéutica ha centrado su trabajo en ella, con el fin de producir medicamentos a partir de plantas o microorganismos. Estas industrias analizan la biología celular de los recursos, según la fisiología, la química y la física, para elaborar un producto óptimo para el mercado.

Según Catalina Toro, profesora de la UN, no solo compete a investigadores en biología, es un asunto de la sociedad y de la política: “Hay interés por parte del Estado en plantear una política clara de bioprospección, de crear un instituto nacional. Y con nuestras investigaciones queremos plantear un debate público en un campo tan controvertido, con tantos puntos de vista e intereses, porque no es lo mismo lo que ve el biólogo, el empresario, el financiero, el indígena, el sociólogo o el abogado. Este es un asunto de todos”.

Por otra parte, la profesora Luz Marina Melgarejo, bióloga de la UN con Doctorado en Ciencias Químicas y Bioquímica Vegetal, asegura que la definición de esta práctica debe contener todo el trabajo colectivo y no simplemente la caracterización, como se pretendió con la definición incluida en el Conpes para Colombia.

“Si no se hace manufactura en Colombia, no sabremos cómo sostener la industria. El proceso no solo depende de las personas que trabajan en ciencias. No es suficiente con hacer biología molecular, celular, bioquímica, fisiología y genética. También se necesitan personas en ingenierías y disciplinas como la manufactura, la economía y la administración. Todos aquellos que pueden ayudar a que el proceso se mantenga”, asegura Melgarejo.

El proceso requiere de trabajo en alianzas, tanto entre disciplinas como entre el sector privado, el Gobierno, los investigadores y los ciudadanos. En casos exitosos, como el de la bioprospección con el café, con inversión se obtuvo un producto competitivo para el mercado internacional y se estableció una marca, pues siempre existe una relación entre los recursos biogenéticos y la economía.

Por otra parte, es esencial que exista reglamentación para hacer de esta herramienta una práctica productiva y viable. Se requiere separarla de la biopiratería y de las plantas transgénicas y darles valor agregado a los productos a través de la manufactura.

Finalmente, los beneficios económicos dependen directamente de todo el proceso. Así lo asegura la profesora Melgarejo: “Para que los recursos no sean tomados, procesados y patentados por otros para ser vendidos a quienes los producen, sin que estos obtengan nada a cambio, se necesita control y seguimiento que garantice su rentabilidad».»

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