Fuente: Agencia de noticias UN.
Bogotá D. C., mar. 26 de 2013 – Agencia de Noticias UN- Solo el 8% de las 150.000 hectáreas del páramo de Santurbán es zona protegida, las aguas subterráneas y los ecosistemas que permiten su mantenimiento están por fuera del área de reserva.
Esta situación se presenta también en otros entornos, como por ejemplo, en el páramo de Pisba. Según un documento del 2012 sobre políticas mineras, el geólogo Julio Fierro señala que en 2009 el 35% de la superficie continental de Colombia fue solicitada por compañías multinacionales para actividades mineras.
Existen unas condiciones geomorfológicas, genéticas y físicas que permiten la armonía y la sostenibilidad del páramo. Para garantizar los recursos y la defensa del agua, no basta con la protección delimitada del territorio; es necesario proteger también los subpáramos, así como el sistema de acuíferos y aguas subterráneas, señaló Aida Sofía Rivera Sotelo, economista de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en Estudios Culturales de Queens University, en Canadá.
La problemática fue presentada durante el V Ciclo de conferencias de Geografía de Montañas: Los Andes y el agua, en su ponencia sobre el desarrollo sostenible y la utilidad pública en cuestión.
Según la economista, “la relación entre desarrollo sostenible (que es el principio rector de la protección ambiental en Colombia) y la utilidad pública de la minería —que se encuentra desde el mismo código minero en particular, la minería a gran escala–, es elevada a un estatus de beneficio público que por mandato constitucional hace que el Estado cumpla una función de facilitador de la minería”.
La Resolución 1015 del 2011 del entonces Ministerio de Ambiente y Vivienda y Desarrollo Territorial, negó la licencia a la compañía minera Greystar para la explotación a cielo abierto. Paradójicamente, existe una amplia legislación tanto nacional como internacional que prohíbe la actividad minera en zonas de páramo, que no fue soporte suficiente para que el Ministerio negara la licencia desde el principio.
El Gobierno, tomó una serie de conceptos técnicos de diferentes instituciones como el Instituto de Investigación de Recursos biológicos Alexander von Humboldt y las Corporaciones Autónomas Regionales, para negar la licencia a este proyecto en particular pero de manera ambigua.
Rivera afirma: “después de la resolución se mantienen los títulos existentes en Santurbán y en otros páramos de Colombia donde siguen las actividades en fase de exploración, que no requieren licencia, por empresas como la misma Greystar, ahora llamada Eco Oro, Ventana Gold, Galway; entre otras, esa exploración trae daños con la construcción de infraestructura necesaria para mantener las operaciones”.
El tema se mantiene vigente en el contexto de la creación del Parque Natural Regional de Santurbán.
“Se deben incluir alternativas para las personas que practican la minería a otras escalas en estas zonas y que constituyen el sostenimiento de sus condiciones de vida, para no sustraerlos dramáticamente del área. El reto es plantear un debate que vaya a favor de sociedades de transición a mediano y largo plazo”, resaltó Aida Sofía Rivera.
La investigación de esta profesional, se refiere a individuos y colectivos tanto rurales como urbanos, no identificados como minorías étnicas. Ella ha realizado una labor para mirar las condiciones especiales de esas minorías, cómo dan soporte a un derecho particular que es el de la consulta previa. Según la experta, hay un trabajo menor para examinar las implicaciones y posibilidades que tienen las comunidades de presentar sus inquietudes frente al Estado y que no estén mediadas por un lenguaje que considere una relación mercantil con el páramo.
Actualmente, en Bucaramanga, se han demandado a diferentes entidades estatales con respecto a la suspensión de las actividades de exploración en la zona de las compañías multinacionales. “Se está trabajando en temas como una moratoria en la titulación minera hasta que el marco institucional sea ajustado. A través de ello, es posible concebir la minería como algo diferente a una locomotora desenfrenada que tumba todo a su paso”, concluyó la economista.