Fuente: Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia.

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Bogotá D. C., mar. 27 de 2014 – Agencia de Noticias UN- El uso intensivo del suelo para la producción papera, la pequeña minería de carbón y de materiales para construcción son los principales problemas ambientales que enfrenta el Páramo de Guerrero en el norte de Cundinamarca.

Este páramo, localizado cerca a Bogotá y que incorpora los municipios de Zipaquirá, Cogua y Tausa, hace parte de los ecosistemas estratégicos del país. Sin embargo, ha venido sufriendo rápidas y profundas transformaciones que están asociadas a los asentamientos humanos que rápidamente se fueron imponiendo en el sector.

Se ha determinado que la pérdida total de cobertura natural de bosques fue de 9.287 hectáreas y que la de páramo es de cerca de 6.006 ha.

La búsqueda de mayores niveles de producción de papa condujo rápidamente a nuevas formas de apropiación de la tierra, entre ellas los esquemas de arrendamiento, que son los más atractivos para los grandes productores, mientras que para el ambiente se expresan en profundos deterioros de la calidad del suelo.

“Al mismo tiempo, el surgimiento y fortalecimiento de los espacios urbanos condujeron a una rápida demanda por materiales para la construcción. Con ello aumentó la presión sobre las áreas de subpáramo, afectando así este ecosistema estratégico”, asevera Nohra León, directora del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la U.N. en Bogotá.

En los últimos años, este comportamiento se ha profundizado, dada la política de Estado que viene redireccionando desde sus planes de desarrollo el impulso a la actividad minera, sin tener políticas específicas para áreas estratégicas.

El Páramo de Guerrero es quizás el ecosistema de la sabana de Bogotá con mayor proporción de hectáreas de recurso carbón con título minero (7.757 ha).

En cuanto a los materiales para construcción, igualmente se presentan en mayor proporción en esta zona y algunas de estas actividades se desarrollan dentro de espacios declarados como reservas.

Las actividades extractivas que se ubican en este sitio siguen un patrón tradicional e informal de explotación, con las implicaciones ambientales que se desprenden de este modelo de actividad.

“Pero aun cuando se presentan algunas explotaciones que incorporan elementos ambientales, estos modelos no son suficientes, dado que cualquier tipo de minería presente en estos ecosistemas genera disturbios y desequilibrios con impactos de carácter irreversible sobre la biodiversidad que sustentan”, asegura León.

Es así como estas actividades económicas generan desequilibrios ecológicos. De acuerdo con la experta, dicha situación convoca a replantearse la suspensión de algunas de ellas y la reconversión del modelo de otras, con el fin de preservar estos espacios y hacer posible la vida, bajo unas mejores condiciones de sostenibilidad.

(Por:Fin/hesp/sup/AC)

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