Fuente: Semana Sostenible.
Escogido como uno de los 30 líderes de Colombia criticó el olvido del campo, la inequidad social y la destrucción ambiental.
En medio de un país convulsionado, se otorgaron los premios a los mejores 30 líderes de Colombia. Este reconocimiento, que es una iniciativa conjunta de la Revista Semana y la Fundación Liderazgo y Democracia, busca identificar a aquellos individuos que están, con sus acciones diarias, ayudando a visibilizar, polemizar o resolver problemáticos de todo tipo.
Para asegurar un proceso de selección transparente, Los ganadores son escogidos usando parámetro técnicos. En esta ocasión los premios tuvieron una particularidad: de los diez con mejores puntajes dos hacen parte del sector Medio Ambiente, Manuel Rodríguez y Martin Von Hildebrand, y una del emprendimiento social, Catalina Escobar.
Uno de los discursos más impactantes fue el de Manuel Rodríguez; primer ministro de Medio Ambiente de Colombia y profesor de la facultad de Administración de la Universidad de los Andes desde hace más de dos décadas. Este ‘gurú’ medioambiental no se limitó a agradecer, sino que hizo referencia al paro agrario y se mostró crítico frente al liderazgo de los últimos 60 años en Colombia.
A continuación Semana Sostenible lo reproduce:
Palabras de Manuel Rodríguez Becerra, al ser reconocido como uno de los treinta líderes de Colombia, 2013, y como uno de los diez de mayor puntaje.
Distinción otorgada por la Fundación Liderazgo por Colombia, Semana, Telefónica y Movistar.
Bogotá, Agosto 29, 2013.
He pasado un día con sentimientos muy encontrados al observar lo ocurrido, hoy, con el Paro Campesino y, al mismo tiempo, estar en la antesala de la ceremonia de esta noche. Y es que si viniera aquí uno de los líderes campesinos que participó en la multitudinaria manifestación en la Plaza de Bolívar, muy probablemente nos diría que las 30 personas que hemos sido galardonadas hoy como los 30 líderes de 2013, en conjunto con los que lo fueron en los dos años anteriores, y con los líderes de Colombia de los últimos sesenta años, representamos un enorme fracaso, puesto que lo que podemos exhibir es un país en el cual existe una inaceptable miseria en el campo, una inaceptable inequidad e injusticia social, y una creciente destrucción ambiental. Y más grave, aún, un país sumido en una guerra de más de cincuenta años.
A lo mejor algún participante de la manifestación, más magnánimo que el anterior, reconocería que todos estos líderes han hecho contribuciones valiosas e individuales al país, en los campos en los cuales trabajan. Pero, y parodiando las palabras dichas por Alejandro Santos esta noche, ese líder campesino, seguramente, añadiría que hemos sido incapaces de articular un proyecto colectivo para erradicar la pobreza, la miseria, la guerra, y la destrucción ambiental, y para contar con un mejor país.
Y entrando en el tema ambiental, debo reconocer que hoy estoy aquí, entre otras, porque el Presidente Cesar Gaviria, aquí presente, me nombró como Gerente General del Inderena, hace veinte años. Y desde entonces no he hecho cosa distinta que defender el medio ambiente, a tal punto que cambié radicalmente de oficio.
Al preguntarle, entonces, al Presidente Gaviria, por qué me nombraba, me respondió que puesto que él consideraba que yo era un académico equilibrado, estimaba que yo podría lidiar con un tema tan complejo. Pero a los cuatro años, al terminar el gobierno, me dijo: “Oiga, Rodríguez, usted se me volvió demasiado verde”. Que no era una cosa distinta a decirme, en lenguaje políticamente correcto, que me había desbalanceado.
En fin, hace veinte años, justamente por esta época, soñamos con el Presidente Gaviria en crear un gran ministerio del medio ambiente. Era una época muy distinta. Se realizó, entonces, la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, y existía un gran optimismo por lo que se podría hacer para proteger el medio ambiente. El tema tenía una alta prioridad en el mundo.
Hoy veinte años después la situación es muy diferente. Con el crecimiento económico global se ha detonado una enorme presión extractiva de los recursos naturales, en particular de los mineros, los energéticos y los agrícolas. Y en estos campos Colombia tiene unas grandes oportunidades. Pero lo que a muchos nos preocupa es que las locomotoras minera y agrícola están orientadas en forma tal que están haciendo graves e injustificables destrucción del medio ambiente y generando crecientes conflictos socio-ambientales.
Claro que se puede hacer minería, pero no es posible explotar todas las minas que existen en el territorio colombiano, puesto que algunas pueden conllevar costos ambientales y sociales inaceptables. Y claro que se puede expandir la agricultura, pero no a costa del medio ambiente.
Precisamente, hoy, lucho, y seguiré luchando en los años futuros, para que el aprovechamiento de estas grandes oportunidades económicas se haga en una forma que sea amigable con la protección de los ecosistemas, del agua y de la biodiversidad, de lo cual, a su vez, dependerá la viabilidad de las grandes inversiones que se están acometiendo. Así nos lo indica la ciencia y la tecnología existentes. Y estoy seguro de que algunos empresarios que están hoy en desacuerdo conmigo, me acabarán dando la razón.
Finalmente, debo dar dos agradecimientos. A la Universidad de los Andes, que siempre ha sido mi casa, y que desde que me revinculé a ella me ha apoyado, y también tolerado, en mi actividad de defensa pública del medio ambiente, a través del Foro Nacional Ambiental, y de las actividades académicas que sobre la materia he emprendido. Y toda mi gratitud a mi esposa, Carmen Barraquer, sin cuyo soporte en todos los frentes, no hubiese sido, quizá, posible lo realizado. Ella es, en sí misma, una gran líder en el campo de la oftalmología y a ella le rindo toda mi admiración.