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Cerca del extremo sur del continente americano, ballenas azules, delfines chilenos, pingüinos y elefantes marinos, nadan a través de fiordos azules hacia el mar abierto. Allí, una idílica costa antártica se extiende hasta donde la vista alcanza.
El aislamiento de este asombroso tramo de la Patagonia Sur de Chile ha protegido, hasta ahora, a la Región de Magallanes del desarrollo y de la explotación comercial.
Pero una amenaza rosada se asoma en el horizonte, poniendo en peligro la vida en estas aguas: el salmón producido industrialmente.
Chile es el segundo mayor productor mundial de salmón. La industria, desarrollada a lo largo de las costas ubicadas más al norte de Magallanes, ha puesto las ganancias económicas por encima de la protección ambiental, creando a su paso zonas oceánicas desprovistas de vida.
Las condiciones prístinas de la Región de Magallanes hacen que sus ecosistemas sean menos resilientes a la intervención humana que aquellos más al norte. Por ello es preocupante que los criaderos de salmón hayan comenzado a operar en este rincón único de la Patagonia.
En el último par de años, 81% de las nuevas concesiones de salmonicultura se han localizado en Magallanes. Según informes del gobierno, del total de las granjas de salmón, más de la mitad han reportado condiciones anaeróbicas (falta de oxígeno que pone en riesgo la vida marina).
A pesar del auge de la industria y de los problemas ambientales reportados, aún no se lleva a cabo un estudio completo sobre el impacto que las granjas podrían tener en este paraje virgen. Con muchos más permisos pendientes de aprobación, el colapso del rico ambiente marino de Magallanes es un riesgo inminente.
¡TÚ puedes ayudarnos a proteger las aguas vírgenes de la Patagonia!
Dile al Gobierno de Chile que haga cumplir las regulaciones que existen para las granjas de salmón, que investigue los daños que la industria está generando en la Patagonia y que sancione a las empresas responsables.